martes, 21 de mayo de 2013

Esperando un nuevo Comandante para la Armada


2009-06-09 Cambio Mando Armada 02 Mientras al actual jefe naval, Almirante Edmundo González, le resta sólo un mes en el cargo, la elección de su reemplazante, que debe ser nominado entre fines de mayo y principios de junio para asumir a mediados de este último mes, es esperada con expectación y preocupación.

La designación del oficial que debe suceder al Almirante Edmundo González Robles como Comandante en Jefe de la Armada de Chile, ya ha entrado en una cuenta regresiva, cuando al actual jefe naval le queda sólo un mes para completar el periodo de cuatro años que le permite la ley.
Distintos observadores coinciden en que la designación es esperada con expectación, por un lado porque la gestión del Almirante no ha sido particularmente satisfactoria a los ojos del Gobierno, y por otro porque esa gestión, caracterizada por la introducción de cambios a la planificación de largo plazo heredada de sus predecesores.
Esto último ha generado también tensiones y disensos dentro del propio alto mando de la Marina, institución que es más adepta al diseño e implementación metódica de planes de mediano y largo plazo que el Ejército y la FACH, donde la llegada de un nuevo jefe normalmente se traduce en nuevos planes.
Debido a eso, dentro de la Armada se espera que el sucesor del actual comandante en jefe devuelva los planes navales al curso trazado con anterioridad.
La nominación del sucesor de González debe ser decidida por el Presidente de la República y anunciada hacia fines de mayo o principios de junio, en tanto que el cambio de mando mismo debe tener lugar en la tercera semana de junio.
El nuevo jefe naval debe ser elegido de entre los cinco primeros oficiales que le siguen en orden de antigüedad en el escalafón de oficiales de línea de la marina. Ellos son, por orden de antigüedad descendente, el Vicealmirante Enrique Larrañaga Martin, jefe de la Dirección del Territorio Marítimo y Marina Mercante (Directemar); el Vicealmirante José Miguel Romero Robles, jefe del Comando de Operaciones Navales; el Vicealmirante Cristián De la Maza Riquelme, Jefe de la Dirección de los Servicios; el Vicealmirante Kenneth Pugh Olavarría, Director del Personal; y el Vicealmirante Francisco García-Huidobro Campos, Jefe del Estado Mayor General de la Armada.
De entre los nombrados, el Vicealmirante Enrique Larrañaga es el favorito del Almirante González y, según distintos observadores, es muy bien recibido en el Ministerio de Defensa, donde con seguridad avalarían su nominación, y es también bien visto desde otras reparticiones de gobierno con las cuales trata regularmente en su condición de jefe de la DIRECTEMAR, como OO.PP. y el Servicio Nacional de Pesca. Sin embargo, Larrañaga tiene un fuerte competidor en el Vicealmirante Kenneth Pugh, quien gozaría del favor de la Secretaría General de la Presidencia y de los poderosos asesores del Segundo Piso de La Moneda.
La razón del favor hacía Pugh en esas instancias es su excelente desempeño en los equipos de trabajo que están elaborando la segunda revisión de la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa que, tras los pésimos resultados de las dos primeras versiones presentadas en junio y septiembre del 2012 por el entonces Ministro Andrés Allamand, fue retirada de Defensa y confiada al Ministerio Secretaría General de Gobierno. La brillantez del Vicealmirante Pugh, que encabeza el equipo que representa a la Armada en la revisión del documento, aseguran algunos observadores, habría deslumbrado a los asesores más cercanos al Presidente Piñera.
Menos feliz es la situación del Vicealmirante Cristián de la Maza, tercero en la línea de sucesión. En la madrugada del 27 de febrero del 2010, cuando la zona central y sur del país fue afectada por un terremoto al que siguieron fuertes marejadas, de la Maza tenía el grado de Contralmirante y era comandante en jefe de la Escuadra Nacional, cuyas naves estaban aseguradas en el Molo de Abrigo de Valparaíso. En la costa de las regiones Séptima y Octava esas marejadas tuvieron las características de un tsunami, que ocasionó graves daño en Talcahuano y otras áreas. En esas circunstancias, se le ha criticado a De la Maza por no haber ordenado inmediatamente la salida de los buques a alta mar, como correspondía hacer tras la primera alerta de peligro de tsunami emitida en esa madrugada por el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa).
La situación ha llamado la atención de la Jefa de la Fiscalía Metropolitana Occidente, Solange Huerta, que investiga las responsabilidades de los organismos públicos por la falta de alerta oportuna frente al tsunami del 27 de febrero del 2010, con resultado de muerte de 181 personas. Huerta citó a De la Maza, para consultarle los motivos de su decisión de no sacar los grandes buques de la Armada a alta mar. Este hecho parece se motivo de preocupación, tanto al afectado como también a otros en la Armada, como parece indicar el hecho de que la biografía actual de De la Maza en el sitio Web de la Armada no consigna que este oficial comandaba la Escuadra Nacional en el 2010.
La Gestión del Almirante González
Usualmente los gobiernos han acogido y confirmado la propuestas de sucesión de los comandantes en jefe salientes. Sin embargo, el oficial que en mayo del 2009 propuso como sucesor el antecesor de González, almirante Rodolfo Codina, era el Vicealmirante Cristián Gantes Young, primero en la línea de sucesión. Sin embargo Gantes fue vetado debido a la existencia de una acusación anónima, que le atribuyó haber participado en los hechos que provocaron la muerte del sacerdote anglo-chileno Miguel Woodward en 1973.
Pese a que tan grave acusación se originó en una carta anónima, ella fue investigada largamente por la Justicia. Esta finalmente descartó la imputación, tras establecer que Gantes, entonces guardiamarina, había pertenecido a la dotación de la Esmeralda sólo hasta el 11 de septiembre de 1973, día en que recibió órdenes de trasladarse hasta Talcahuano y presentarse en otra unidad naval.
La misma investigación también precisó que Woodward había sido detenido por efectivo navales el día 20 de septiembre, cuando se le llevó a la Academia de Guerra Naval, donde fue torturado, y que sólo fue trasladado a la Esmeralda el día 22, ya con daños que finalmente derivaron en su deceso.
La inocencia de Gantes fue establecida con claridad a fines del 2009, pero para entonces ese oficial ya había perdido su opción de comandar la Armada. Muchos observadores, tanto al interior de la Armada como fuera de ella, piensan que el verdadero objetivo de las acusación anónima contra Gantes fue impedir que fuese el sucesor del Almirante Codina en la Comandancia en Jefe de la institución.
Según fuentes con acceso a los pasillos del Ministerio de Defensa en el 2009, la nominación del Almirante González, en contra de la propuesta del Almirante Codina, fue promovida por la entonces Subsecretaria de Marina, Carolina Echeverría (PPD). Ella recomendó a González, describiéndole como un oficial comprometido con los Derechos Humanos, respaldando sus afirmaciones en el papel que habría jugado el almirante en la organización de un viaje de ex detenidos políticos y sus familiares a los lugares que fueron centro de detención en Isla Dawson, que se realizó a principios de noviembre del 2006.
Echeverría presentó el viaje como una iniciativa de González, que en ese momento comandaba la Tercera Zona Naval con el grado de Contraalmirante, aunque en realidad esté último sólo siguió instrucciones emanadas del Ministerio de Defensa, que se tradujeron en ordenes específicas emitidas por el Almirante Codina.
Durante el 2009 Echeverria desarrolló una intensa campaña de promoción en favor de González, que encontró acogida en el Ministro de Defensa Francisco Vidal, su compañero de tienda política en el PPD.  Estel persuadió finalmente a la Presidenta Michelle Bachelet de que González, entonces jefe de la Directemar y cuarto en la línea de sucesión, sería el más adecuado sucesor del Almirante Codina como comandante en Jefe de la Armada.
Bachelet aceptó las credenciales pro DDHH de González, sin reparar en otros aspectos de la hoja de servicio de éste. Por ejemplo que en 1989, mientras se desempeñaba como ayudante de órdenes del último Ministro de Defensa de la dictadura militar, el Vicealmirante Patricio Carvajal, González fue seleccionado para hacer un curso de tirador escogido con especialidad en armas cortas en la tristemente celebre Escuela de las Américas –hoy redenominada Instituto para la Cooperación en Seguridad en el Hemisferio Occidental- en Fort Benning en los EEUU.
Es un dato curioso que haya hecho un curso de esa naturaleza, considerando que el almirante no es ni buzo táctico ni infante de marina, en un centro de instrucción que ha difundo una doctrina de seguridad nacional de carácter represivo que impulsó una ola de atropellos a los DDHH en América Latina entre los años setentas y ochentas.
La información, que sin duda debe haber formado parte del informe que Bachelet recibió y debió revisar antes de decidir a favor de su nombramiento, también fue incluida inicialmente en la descripción de la carrera del almirante, puesta en el sitio Web de la Armada inmediatamente tras su asunción en junio del 2009, pero que fue misteriosamente retirada pocos días después.
La gestión de González, que asumió su cargo el 9 de junio del 2009, en una ceremonia presidida por la Presidenta Bachelet que tuvo lugar en la Escuela Naval en Valparaíso, ha sido complicada. El nuevo almirante en jefe se instaló con la idea fija de expandir las capacidades de transporte y despliegue operativo de las tropas anfibias del Cuerpo de Infantería de Marina. Esto no sólo exigiría dotar de nuevas potencialidades a los infantes de marina, incluyendo blindados anfibios y armamento de apoyo, antitanque y antiaéreo, sino también de adquirir dos nuevos buques de transporte de tropas. Todo eso demandaría recursos financieros y González se propuso obtenerlos mediante la cancelación de otros proyectos de modernización y desarrollo de su institución. Inicialmente intento postergar la modernización de los dos submarinos 209-1200, uno de los proyectos prioritarios de la Marina, pero la idea no fue bien recibida ni en el cuerpo de almirantes ni en el Ministerio de Defensa, lo que le forzó a descartarla.
A continuación el Almirante en Jefe postergó el programa de compra de aviones de patrullaje aeromarítimo C-295, del cual ya se habían encargado tres aeronaves. González argumentó entonces que EEUU le había ofrecido aviones P-3B Orión de segunda mano a sólo 2 millones de dólares cada uno, lo que se veía como mucho más conveniente que los cerca de 30 millones que estaba costando cada C-295 nuevo y equipado para patrullaje.
La idea, que no habría sido consultada por González a las instancias correspondientes de la Aviación Naval, fue aceptada de inmediato en el ministro Francisco Vidal, que rápidamente canceló la planeada compra de otros cinco C-295. Pero a poco andar quedó claro que el precio citado por González para los P-3B sólo cubría la compra de esos aparatos tal como se encontraban almacenados en el Desierto de Nevada, donde habían sufrido deterioro. Refaccionarlos y dejarlos sólo en condiciones de volar hasta Chile costaría mucho más, y después habría que hacer una inversión aún mayor para instalarles los radares y otros sensores y equipos de comunicaciones necesarios para cumplir sus tareas de exploración marítima.
Al respecto, algunos expertos citan como referencia que, por los mismos trabajos, Brasil está pagando cerca de 100 millones de dólares por cada uno de sus P-3B modernizados. Incapaz de asumir su error, González impulso en cambio la modernización de los más viejos y limitados P-3A, que habían sido recibidos por la Armada a principios de los años noventa y que tendrán que ser reemplazados de todas maneras para el 2020.
El terremoto y posterior tsunami del 27 de febrero del 2010 significaron un gran problema para González, ya que ni la saliente Presidenta Michelle Bachelet ni las autoridades nombradas por el Presidente electo Sebastián Piñera, quedaron particularmente impresionadas por su actuación frente a esa emergencia. Entre otras cosas, porque esa madrugada el jefe naval no perdió en sueño con lo que había sucedido. La base naval y el astillero de Asmar en Talcahuano sufrieron grandes daños, a la vez que los accesos desde el mar a esas instalaciones a través de la Bahía de Concepción habían quedado bloqueados por numerosos buques pesqueros y mercantes hundidos. Las tareas de despeje de la bahía y la base fueron realizadas con gran eficiencia por la Armada, pero el mérito no es del Almirante González sino del Contraalmirante Giancarlo Stagno, jefe de la Fuerza de Tarea CORSA que se encargó de esos trabajos. Paralelamente la Fuerza de Tarea Bío Bío, bajo el mando del Contraalmirante Matías Purcell y con el refuerzo de un importante número de efectivos navales enviados desde Valparaíso, prestó ayuda a la población de Talcahuano y trabajó en el despeje y normalización de esa ciudad.
Pero el 27F también ofreció una oportunidad para que González avanzase en su proyecto estrella. Las naves de la Armada trabajaron intensamente llevando ayuda a las comunidades afectadas, tanto en el litoral continental como en territorios insulares como el archipiélago de Juan Fernández. La nave que fue sometida al uso más intenso, por su gran capacidad de transporte, fue la barcaza de transporte de tanques “Valdivia”.
Buque de transporte anfibio Sargento Aldea
Hacia fines del 2010 era claro que, para poder seguir en servicio, esa nave requeriría de una refacción mayor, la que de momento no se podría realizar en Talcahuano, donde aún estaba incapacitado el astillero de Asmar. En una movida audaz, el jefe naval decidió descartar la refacción de la “Valdivia”, informando al gobierno que la barcaza debía ser dada de baja y que la única alternativa era comprar una nueva nave.
De esa manera González puso presión sobre La Moneda y el Ministerio de Defensa, presentándoles una situación en que las capacidades navales de transporte, que habían sido muy importantes para atender la emergencia generada tras el terremoto, quedarían seriamente disminuidas. Sin embargo, una vez más el jefe naval se apartó de los planes de la Armada, que habían apuntado siempre a contar con una unidad de transporte más capaz, pero no deshaciéndose de la “Valdivia” sino conservándola junto a la nueva nave.
González lo justificó dentro de su institución planteando que de todas maneras buscaba adquirir dos buques de transporte. La alternativa preferida por el almirante era el “Foudre”, que estaba ofrecido por Francia. Esa preferencia encontró apoyo en el entonces Ministro de Defensa Jaime Ravinet.
Tras la salida de este último, González debió abocarse a entusiasmar con la misma idea al nuevo jefe de la cartera de Defensa, Andrés Allamand. La tarea no fue fácil, porque una de las primeras situaciones que Allamand debió atender, tras asumir a mediados de enero del 2011, fue una irregularidad relacionada con servicios de asesoría contratados para la Regata Bicentenario, organizada por la Armada y realizada el año anterior.
Contraloría había detectado que la Armada había pagado 6 millones de pesos, por conceptos de servicios de asesorías recibidas bajo un contrato que había sido adjudicado en licitación pública a la firma CPA Comunica, al periodista y abogado Cristian Pizarro Allard. El pago no correspondía porque, aunque también laboraba para esa firma de comunicaciones estratégicas y lobby, Pizarro Allard se desempeñaba además desde el 2010 en la Embajada de Chile en España, adonde el embajador y ex Senador de RN Sergio Romero le había llevado como agregado cultural. Otra de las aristas sombrías del caso es que el director ejecutivo de CPA Comunica era entonces, como sigue siendo hoy, el Vicealmirante (r) Cristián Millar Drago, quien se retiró de la marina en enero del 2009.
Pese a que sus relaciones con Allamand no fueron fáciles, González logro finalmente convencerle respecto de la adquisición del “Foudre”, que se concretó a fines del 2011 con el traspaso de la nave a Chile y su rebautizo como “Sargento Aldea”.
A partir de esa compra, el jefe naval se abocó a crear una Brigada Anfibia Expedicionaria (BAE), que se declaró operativa durante el 2012 pero que sigue en desarrollo. Aunque el sucesor de González deberá seguir trabajando en el desarrollo de las capacidades de proyección derivadas de la compra del “Sargento Aldea” y la creación de la BAE, también deberá buscar soluciones a los problemas generados por las postergaciones de otros planes introducidas por el actual Comandante en Jefe.

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